Algunos eruditos bíblicos reconocen el hecho de que los miembros de la iglesia apostólica continuaron guardando la ordenanza que prohíbe el consumo de carnes inmundas.

Una de las cosas más desalentadoras y destructivas de nuestra fe es el creer que Dios no escucha nuestras oraciones, o que no nos contesta, o que no le importa nuestro sufrimiento.

“La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno... Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de DIos..." (Romanos 7:12, Romanos 7:25).

Muchos han pensado que Pablo creía que en el momento de la muerte se iba a reunir con Cristo en el cielo. Sin embargo, esto no es cierto.

En Filipenses 1:23-24 el apóstol Pablo escribió: “De ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”.